La tensión vuelve a instalarse en el palacio de ‘La Promesa’ con un nuevo choque entre Manuel y Cristóbal, en una conversación donde las decisiones del intendente quedan en entredicho.

La situación estalla cuando el joven marqués exige explicaciones sobre el traslado de Pía Adarre a Aranjuez.

Manuel no tarda en cuestionar los argumentos de Cristóbal, quien asegura haber actuado por criterios estrictamente profesionales al elegir a Pía como doncella personal para una dama de la reina.

Sin embargo, el heredero percibe algo más en su decisión: una intención oculta que perjudica a la señora Adarre, alejándola de su hijo y de la vida que había comenzado a rehacer en el palacio.

El enfrentamiento escala rápidamente cuando Manuel le recuerda que nunca pidió tal traslado y le acusa de estar actuando movido por una inquina personal. Cristóbal, firme, defiende que se trata de una mejora para Pía, tanto en estatus como en retribución económica, aunque Manuel le recalca que ella no había solicitado ningún cambio.

Lejos de amedrentarse, el hijo del marqués exige que tanto Pía como Ricardo sean readmitidos en sus puestos originales. Pero Cristóbal no cede y advierte que cuenta con el respaldo de don Alonso y doña Leocadia, lo que deja a Manuel en una posición comprometida frente a las decisiones de la administración de la casa.

Este pulso deja clara una cosa: las luchas de poder dentro del palacio siguen más vivas que nunca y la situación de Pía vuelve a estar en el centro de la intriga, dividiendo a los señores de ‘La Promesa’.