La tensión en ‘La Promesa’ sigue en aumento tras la misteriosa destrucción del cuadro de Cruz, una presencia que había alterado tanto a señores como a criados.

La incómoda atmósfera que generó la pintura llevó a que muchos evitaran el salón, mientras cada personaje lidiaba a su manera con la mirada inmóvil de la marquesa.

Manuel incluso confesó a Curro que había llegado a hablarle, Petra revivió silenciosamente momentos de su pasado junto a ella y el propio Alonso se quebró ante el recuerdo de casi tres décadas de matrimonio.

En medio de este ambiente enrarecido, Leocadia parecía ser la única, junto con Lorenzo, que no se veía afectada por el lienzo. La mujer, fiel a su ironía, llegó a dirigirse a la figura pintada con un comentario mordaz sobre su situación en prisión y su falta de elegancia.

Alonso, en cambio, confesó que para él era mucho más que una simple pintura: era la representación de la mujer con la que creyó envejecer y morir.

Pero la tranquilidad terminó cuando el marqués descubrió que la obra había sido desgarrada por completo. Aunque la intriga duró poco, pronto supo el nombre del responsable: Curro. Lejos de reaccionar con ira, Alonso llamó a Cristóbal para revelarle la verdad.

En la conversación, el marqués explicó que entendía las razones que habían llevado a Curro a actuar así, asegurando que no debía recibir ningún tipo de reprimenda. Cristóbal intentó excusar al joven y pidió disculpas, pero Alonso se mantuvo firme en su decisión de protegerlo.

Esta inesperada postura del marqués no solo desvela su lado más comprensivo, sino que también abre un nuevo capítulo en la convivencia en el palacio.

La desaparición del cuadro podría marcar el fin de una tensión que había calado hondo en todos… o quizá sea el inicio de nuevas confrontaciones en ‘La Promesa’.